No hay verano sin cóctel. Y el regreso de Top Gun a las salas de cine debería llegar acompañado de otro éxito protagonizado por Tom Cruise: Cocktail. O cola de gallo (cock tail), término que ha generado casi tantas interpretaciones como recetas de cócteles existen. Así que aquí nos centramos en esta última parte, más allá de inmersiones filológicas que no cabrían en este artículo (aunque la más lógica es la de la cola de gallo situada en un lado de la copa a modo decorativo).
¿Y cómo se diferencia un cóctel de un combinado?
¿Es un gin tonic bien florido de enebros, cardamomos y ginebras perfumadas de las Indias una bebida catalogable como cóctel? ¿Y un mojito, con sus ingredientes conocidos por todos, lo es? Digamos que el cóctel es aquel que requiere una cierta elaboración y un número de ingredientes superior, al menos, a dos, y claro, precisa de una coctelera para su preparación. Aquella que permite el agitado, no revuelto, como decía el ínclito James Bond.
¿Y el Dry Martini? Claro que tiene su ciencia preparar tan sencillo, en apariencia, bebedizo. Lo recuerda Luis Buñuel en sus memorias (Mi último suspiro), donde dedica un capítulo entero a tan preciado elixir. El hielo de la coctelera, compacto, sin resquicios al calor, ingrediente fundamental para conseguir esa mezcla perfecta de Martini, ginebra y su toque de angostura.
Cócteles clásicos que nunca fallan
Además del citado Dry Martini, el cóctel reducido a su mínima expresión, son muchos los cócteles de toda la vida que no pasan de moda. El famoso daiquiri tan del gusto de Hemingway en La Floridita de La Habana, servido en esa copa triangular que está diciéndome bébeme y con su granizado de hielo que es todo frescor.
O el negroni, que hay que agradecer al conde Negroni, que cambió el clásico aperitivo de Campari, sifón y Cinzano (conocido como Americano, otro cóctel infalible, por cierto) por este que con el tiempo llevaría su nombre. ¿Qué lleva el negroni? Básicamente, se compone de Campari (esa bebida amarga y rojiza no demasiado fácil de encontrar, por desgracia, en la gran distribución), ginebra, vermú rojo (Martini o el citado Cinzano), hielo y una monda de naranja. Es decir, se parece al Americano, solo que lleva más ‘rocanrol’ al cambiar el agua por ginebra. Si vas a repetir, ni se te ocurra coger el coche…
Otro cóctel que no falta en las cartas más tradicionales es el Sex on The Beach, que se hace con vodka y licor de melocotón, zumo de naranja y de arándanos, al menos según la receta oficial del International Bartenders Association. Con esta base, surgen muchas variaciones, incluso una con tequila que recibe el nombre de Noe on the beach y que se consumiría sobre todo en España. Esto lo dice Wikipedia, pero no hay muchas menciones a esta bebida en las webs especializadas. Razón de más para ponerlo de moda. O no.
Nuevos cócteles que deberías probar
A la clásica caipirinha le surgió no hace mucho una versión con su toque ruso: la caipiroska. Aquí se cambia la habitual cachaza por vodka, dando un toque más seco, lo cual ha generado también la caipiroska de fresa, más dulce y amable, ideal para refrescar el gaznate después de una rica cena veraniega.
Cócteles, por cierto, que se pueden disfrutar en nuestra agradable terraza de verano. Porque, entre los cincos motivos que desglosamos en este post sobre sus encantos, se encuentra una mención a sus cócteles de vértigo y sabores explosivos. Lo reafirmamos. Tan solo tienes que venir y comprobarlo por ti mismo. ¡Te esperamos!
También podrás degustar cócteles finos y de nuevo cuño, con nuevas versiones de los clásicos como el Tom Collins, el pisco sour o el Gin Fizz, pero con la creatividad de nuestros camareros expertos en coctelería.
Y, por supuesto, cócteles sin alcohol, cócteles ‘cañeros’, cócteles refrescantes, cócteles que entran por los ojos, cócteles con frutas frescas, cócteles con hierbas aromáticas, cócteles de aperitivo como el Aperol Spritz, cócteles con sabor patria como el Agua de Valencia o cócteles para ‘viejunos’ como el Vieux Carré, con su coñac y brandy bien hermanados.¿Se te hace la boca cóctel? Te esperamos en Casa Emiliana. ¡Chin-chin!