Madrid es la ciudad más cosmopolita y abierta de España y por eso puedes comer cualquier tipo de plato con aires internacionales. Pero, ¿sabes cuáles son los platos más castizos y contundentes para soportar el invierno?

Te lo vamos a contar.

Aunque lo más típico de Madrid es ir de tapas, si no te asustan las largas digestiones puedes empezar por el plato estrella: el famoso cocido madrileño de Casa Emiliana o elegir entre otras alternativas.

¿Qué te apetece?

Los jueves de cocido en Casa Emiliana son ya una institución y cada día acuden comensales de todo el mundo a nuestra mesa para probar uno de los mejores cocidos de Madrid precisamente porque lo preparamos en puchero a la manera tradicional, y eso ya es un punto para tener en cuenta.

En un puchero la cocción es lenta y lo paladeas en la untuosidad de los garbanzos.

A nuestro imponente cocido le solemos reservar un buen sitio en nuestro blog porque sabemos que con la llegada de las primeras heladas del invierno es un plato reconfortante para comer sin prisa.

Lo cierto es que, hoy en día, es difícil encontrar un hogar en el que no se coma cocido al menos una vez al mes. Se trata de un guiso que se sirve en tres tiempos o vuelcos que en algunos lugares se llaman sota, caballo y rey. En el primer vuelco tenemos la sopa de fideos o el caldo, luego llegan los garbanzos junto con las verduras y por último llegará el rey con la carne, el tocino, chorizo, morcilla y gallina.

Un dato curioso y súper sostenible, ¿sabes que del cocido se aprovecha todo?

Con las sobras se suele hacer “ropa vieja” o croquetas de cocido que están deliciosas.

Los callos a la madrileña

Este plato típico madrileño se puede encontrar en muchos restaurantes, generalmente en invierno. Se han encontrado recetas del siglo XVI que ya recogen este guiso típico de las tabernas que servía para mitigar el intenso frío.

Como pasa con la mayor parte de platos de solera, vas a encontrar muchas variaciones como por ejemplo los callos con garbanzos o con carrilleras.

Atención: los callos salen de la tripa de la vaca, son lavados a conciencia, remojados en vinagre y guisados con morcilla, chorizo y jamón. El color rojo intenso del plato viene de los embutidos y del pimentón que se le añade al sofrito.

Una sugerencia: si vas a comer callos pide extra de pan porque no vas a poder resistirte a untarlo en la deliciosa salsa.

Las sopas de ajo

Siguiendo con la intención de comer bien en invierno, dicen que los madrileños matan por una buena sopa caliente (o un gazpacho fresquito en verano) y la clásica sopa de ajo es un plato muy castizo que hace furor.

Sus ingredientes no son nada del otro mundo: pan, ajo, huevos, AOVE, pimentón dulce, caldo de carne y sal, pero el resultado es delicioso. Su preparación es igual de sencilla: el pan asentado (del día anterior) se fríe en aceite con ajo y pimentón, luego se vierte agua o caldo de verduras y se cocina por unos minutos.

En algunos restaurantes se llama “sopa castellana” y se refiere a una variedad de la sopa de ajo, a la que se le añade un huevo y en ocasiones jamón.

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El bocata de calamares

A lo mejor te preguntas, ¿cómo es posible que una ciudad sin mar pueda presumir de tener los mejores calamares?

Verás.

Lo de Madrid y el pescado viene de lejos. Concretamente del siglo XVI, cuando ya hay indicios de un mercado de pescado asentado en la capital cuyo género llegaba en recipientes con hielo. Por eso se dice que el mejor pescado y marisco se consume en la capital.

Los calamares se sirven rebozados y en bocadillo, lo que no deja de ser una sobredosis de harina que esperas que sea una argamasa difícil de tragar y es justo lo contrario. Además su sabor único vuelve loco a todo aquel que lo prueba.

El bocata de calamares está en pleno boom y sus versiones con distintas salsas, pan bao o molletes parece que van teniendo buena aceptación entre los comensales más vintage.

¿Te chivamos un último secreto? El buen calamar depende de una fritura como la que hacemos en Casa Emiliana.

¿Qué vas a pedir?

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