Decía el gran Ramón Gómez de la Serna que «Las croquetas deberían tener hueso, para que pudiésemos llevar la cuenta de las que comemos»
Las croquetas de jamón ibérico son la especialidad de nuestro chef Rafa Parro y el 16 de enero el “Día Internacional de la croqueta” lo demostró como acostumbra.
Si todavía no has probado nuestras deliciosas croquetas, aprovecha el buen tiempo y ven a nuestra terraza.
Doña croqueta se adueña de los corazones y también de nuestro blog.
Vamos a descubrir de dónde procede este manjar y cómo se elabora la mejor croqueta de Madrid o del mundo.
La croqueta que croque (que cruje)
Aunque es una comida popular en muchos países europeos como Francia, Italia o Rumanía, la croqueta es un distintivo de nuestra tierra.
En otros lugares se rellenan con carne, patata y otras verduras, pero nosotros preferimos las clásicas de jamón, pollo o pescado.
Su nombre viene de la palabra francesa croquer que significa crujir y su origen es muy curioso.
El origen aristocrático de doña croqueta
Al ser un plato tan sencillo de preparar y basarse en la cocina del aprovechamiento, puede parecer humilde, pero es justo lo contrario.
En 1691 se encuentra la primera referencia a la croqueta en “Le cuisinier royal et bourgeois” (El cocinero real y burgués) del chef francés Massialot conocido por elaborar exquisiteces para la corte.
Consistían en unas bolas rebozadas en huevo y pan, pero el relleno era un picadillo de carne, trufa, huevo y paté.
La croqueta ganó cremosidad cuando apareció la bechamel años más tarde.
Se dice que el primero en crear esta crema fue Vincent da Chapelle como así se recoge en “The modern Cookbook” en 1733 sin embargo, se la llamó bechamel en honor a Louis de Bechamel (1630-1703), marqués de Nointel.
La croqueta con suave relleno de carne y bechamel se llamó “Croquettes a la Royale” y fue una creación magistral de otro chef de reyes; Antonie Caréme encargado de una opípara cena para el archiduque de Rusia.
Es todo muy refinado, pero, ¿Sabías que las croquetas pueden comerse con las manos?
Averigua más sobre los buenos modales y el protocolo en la mesa.
Vale, pero todo esto que te estamos contando ocurre en Francia.
¿Cómo llego la croqueta a convertirse en la reina de la tapa española?
La proto croqueta que cruzó los Pirineos
La llegada de la croqueta fue lo único bueno de la Guerra de la Independencia…
La croqueta transpirenaica llegó con las tropas napoleónicas y la primera referencia la encontramos en un libro de título interminable; «Manual de la criada económica y de las madres de familias que desean enseñar a sus hijas lo necesario para el gobierno de su casa»
Aquí se recoge una versión dulce ya que eran bolas fritas y rellenas de arroz con leche.
A partir de ese momento fue un no parar y no hay quien pueda resistirse a un delicioso plato de croquetas recién hechas.
¿Cómo se hace la perfecta croqueta?
No pretendemos abrir debate porque la mejor croqueta es la que se hace en tu casa. ¿Verdad?
Estamos de acuerdo, pero no te pierdas los 10 hacks de nuestro chef Rafa Parro sobre la mejor croqueta de jamón ibérico:
- En la bechamel está el secreto y debes preparar un roux ligero no demasiado espeso.
- Elige leche fresca, mantequilla, aceite y harina de la máxima calidad.
- Cocina a fuego bajo y remueve lentamente para que no se formen grumos.
- Cuando la bechamel vaya espesando, añade el jamón picado.
- Corrige de punto de sal en el último momento
- Vierte la masa en un recipiente y deja reposar en la nevera varias horas.
- Haz bolitas del mismo tamaño y rebózalas en huevo y pan rallado.
- Comprueba que el rebozado es fino.
- Fríelas en aceite bien caliente hasta que estén ligeramente doradas.
- Colócalas sin amontonarlas sobre un papel para absorber el exceso de aceite y sírvelas recién hechas.
Las croquetas de Casa Emiliana saben a hogar, a ternura, a dedicación y a generosidad.
En Casa Emiliana hablamos tu idioma.
Si nos pides kroketten (Alemania), korokke (Japón) o kroket (Holanda) entendemos que te mueres por probar las mejores croquetas del norte de Madrid, curruscantes y sabrosas.
¡Se deshacen en tu boca!